En Chile, un 43% del territorio tiene una patente minera y en algunas regiones llega al 100%, todo concentrado en pocas manos.
El pago es tan bajo que las concesiones se acaparan, bloqueando la entrada a nuevos actores al desarrollo minero. El clásico “no come ni deja comer”.

Subir el costo de la concesión incentivaría liberarlas si no se explotan.
No tiene sentido que las concesiones estén en manos de quienes no las usan o, peor, de quienes las mantienen con fines especulativos, para bloquear otros proyectos o actores. Necesitamos más minería, no menos. Minería sustentable desarrollada por mineros, no por especuladores.